La soledad me inunda como nunca. La pesadilla de ser un objeto. Me ocultare de la belleza que ven los otros, porque solo soy un reflejo, la verdad es que no soy más que el patito feo que quería ser cisne y quedo feo.
Esta vez ya no me quedan lugares donde esconderme, sé que me voy a morir un día, pero desearía que fuera antes de volver a decir esa palabra que me produce más dolor que las escaras de mi espalda.
Ya no soy la misma, ahora queda la mitad; esa que no funciona, esa que me produce migrañas insoportables, esa que me hace vomitar de dolor.