16.12.11

Todo se escapa.



Ventanas disparejas,

una más grande que la otra

una más arriba, la otra más abajo

con luces distraídas.


Las luces no bailan, no lo van a hacer.


El cubre cama monocromático negro y blanco

jamás consiente del sudor,

ni la inexistente cabellera rubia,

los ojos de indomable tono verde,

ni el metal de la carne echa de hielo ancestral.


Solo conoce pasajeros noctámbulos

todos oscurecidos por el sol.


Eternas almas sin dueña.


Y quizás un plumífero azabache

que comió de las ventanas disparejas

como tal cuervo es.


La jaula no sirve

me cuelga de las caderas,

pero no funciona.


Es inevitable,

como la iluminación dentro de estas cuatro paredes,

enmarcadas como el cuadro dentro de un cuadro, todo se escapa.


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