2.12.21

Cuento en una copa.



Me gustas tu y tu esposa.  Los imagino como personajes dentro de un cuento porque se ven como salieran de un cuento. Así como ‘Erase una vez un rey y su hermosa esposa que vivían en un castillo al lado del mar’ los veo como una fantasía que nunca se cumplirá. Porque aunque estén en este mundo y en esta ciudad, para mi están a siglos de distancias.


Me gustaría ser la bruja de tu cuento que te hechiza, que te deja como un esclavo de mis más torcidos fetiches y luego está tu mujer que solo puedo imaginar, soñar como debe ser de suave esa piel blanca y tersa. Esa voluptuosidad abrumadora que en la realidad ni sé cómo hablarle en persona. Los volvería mis juguetes más preciados  y amados, como los que guardo debajo de mi almohada.


Puedo imaginar también que soy la criada, me conformaría con eso. La que les prepara el baño y los desviste lentamente con una serenidad ceremoniosa, con una expresión tan seria como si no tuviera un volcán en el vientre. Esa criada que se queda detrás de puerta en la penumbra, o esperando que le pidan asistencia con la esponja de baño, soñando como también se bañan juntos por horas en la vida real.


Mientras tanto estoy en un rincón del  departamento con una copa en la mano divagando como seria si me invitaran a ser tercera. Pero más me gusta imaginármelos como en un cuento rococó ambientado en el siglo xv, con pelucas y corsés, ojala con dragones incluidos, elfos y hadas porque son tan inefables que no se merecerían otra fantasía. 



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